Artículo que aparece este mes en la sección "De color violeta" del periódico "La voz de Castelldefels":
Desde el inicio de año, la pared de la cocina de mi casa está huérfana de almanaque. No he conseguido que ninguna caja de ahorros, empresa, entidad,… me regale uno, ni los que he visto de compra me han convencido.
Quiero y necesito el típico almanaque con sus cuadros grandes para apuntar las cuestiones ordinarias, pero importantes, de cualquier casa: visitas a la ortodoncista, cambio de collares anti-pulgas de los perros, vacaciones escolares, actos lúdicos comunes,… Y que se pueda leer de un sólo vistazo por toda la familia, sin tener que consultar las agendas electrónicas o de papel de unos y otros.
Recuerdo con nostalgia aquellos almanaques de antaño con su santoral, sus fiestas y las fases lunares,… aunque reconozco que algunas de sus fotos y reproducciones de cuadros eran, a veces, de dudoso gusto artístico o demasiado tópicas. Durante mucho tiempo, comentan personas expertas, era el único papel que entraba en una casa y fueron los predecesores de los medios de comunicación por la gran cantidad de información que podían incluir en tan poco espacio: remedios médicos, citas literarias, conocimientos de astronomía, recetas de cocina, santoral, proverbios, acontecimientos históricos, refranes, efemérides,…
Quizás se trate de un tic nostálgico o del vínculo emocional con el mundo analógico de mi infancia – un psicoanalista podría interpretarlo mejor, supongo- pero echo de menos esta pieza no sólo en mi cocina, sino también en mi tecnológica vida cotidiana.
Quiero y necesito el típico almanaque con sus cuadros grandes para apuntar las cuestiones ordinarias, pero importantes, de cualquier casa: visitas a la ortodoncista, cambio de collares anti-pulgas de los perros, vacaciones escolares, actos lúdicos comunes,… Y que se pueda leer de un sólo vistazo por toda la familia, sin tener que consultar las agendas electrónicas o de papel de unos y otros.
Recuerdo con nostalgia aquellos almanaques de antaño con su santoral, sus fiestas y las fases lunares,… aunque reconozco que algunas de sus fotos y reproducciones de cuadros eran, a veces, de dudoso gusto artístico o demasiado tópicas. Durante mucho tiempo, comentan personas expertas, era el único papel que entraba en una casa y fueron los predecesores de los medios de comunicación por la gran cantidad de información que podían incluir en tan poco espacio: remedios médicos, citas literarias, conocimientos de astronomía, recetas de cocina, santoral, proverbios, acontecimientos históricos, refranes, efemérides,…
Quizás se trate de un tic nostálgico o del vínculo emocional con el mundo analógico de mi infancia – un psicoanalista podría interpretarlo mejor, supongo- pero echo de menos esta pieza no sólo en mi cocina, sino también en mi tecnológica vida cotidiana.
1 comentario:
L'any passat tenia el del BBVA que no sé ni d'on el vaig treure, lleig, lleig.
Aquest any en tinc un de molt bonic: fotos precioses, paper reciclat, frase poètica i caselles útils. És d'una ONG que opera a Gàmbia en la qual col·labora un amic de l'Anna. 5€ ben utilitzats.
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