15/4/10

Productividad

Artículo del mes de abril en La Voz de Castelldefels :

Hace unos días, me sorprendieron las declaraciones de la directora de un centro educativo de la ciudad: “nuestro alumnado tiene más horas lectivas que el de muchos otros países europeos”, ante la pregunta de algunas madres sobre la idoneidad del horario escolar intensivo del mes de junio.

Al día siguiente un conocido diario era así de tajante en uno de sus titulares: “Los españoles trabajan una media de 240 horas más que los europeos y son los menos productivos”. Al cabo de unos días me asombra, mientras veo una conocida serie televisiva americana, que una de las ejecutivas protagonistas se queja de lo tarde que ese día está finalizando su jornada laboral y cuando la cámara enfoca el reloj de pared de su despacho, ¡éste marca las 18’00h!

Y después de estos tres ejemplos de procedencia tan diferente, llego a la conclusión de que algo no estamos haciendo bien, pero también tengo la sensación de que tampoco estamos haciendo mucho para solucionarlo... Organismos tan diferentes como UGT, Esade o la Cámara de Comercio Americana en España llegan a la misma conclusión: en general, tenemos jornadas de trabajo demasiado extensas por el empecinamiento en emplear dos horas para comer. Y no sólo se trata de las dos horas en sí, sino que después de ese parón y con una comida relativamente copiosa, volver a concentrarse, y por tanto a ser productivo, cuesta un rato más, por lo que al final hay que acabar prolongando el horario laboral para poder cumplir los objetivos marcados.

Añadiría otro factor que también incide en esa necesidad de prolongar los horarios y es la consabida “presencialidad española” por la que se premia el estar muchas horas en al oficina y “el irse el último” queda de buen empleado, cuando los estudios serios destacan que más horas en el lugar de trabajo está directamente relacionado justamente con menos productividad y con mayor frustración profesional y personal.

Por todo ello, muchas personas se quejan continuamente de esa sensación de estar dedicadas completamente a su trabajo, lo que, a excepción de las que tienen una patología (adicción al trabajo) o las que su único proyecto vital está enfocado exclusivamente al mundo laboral, les acaba provocando a medio plazo dificultades en la vida personal o familiar y a largo plazo ansiedad e insatisfacción generalizada.

Imagino que hay un fuerte componente cultural que provoca resistencias a unas razones objetivas tan obvias, pero quizás la grave situación económica por la que estamos pasando, debería ayudar a provocar cambios drásticos en este ámbito no sólo para mejorar la calidad de vida de las personas trabajadoras, sino también para mejorar la productividad y ser más competitivos en este mundo global.



1 comentario:

Yury dijo...

good post - all right!